
Resolución es un término que aún significando lo mismo en distintos entornos, nos proporcionará resultados muy distintos en la calidad final de nuestras imágenes.
La definición de resolución se refiere, dentro de la óptica, a la capacidad de un instrumento para separar dos objetos de una imagen. En otras palabras, nos indica cual es nivel de detalle que nos ofrece dicho instrumento.
Cabría esperar que, a mayor resolución, mayor calidad de imagen, pero no hay una correlación directa si el instrumento en cuestión es una cámara digital, ya que entran en juego varios factores y “tipos de resolución” que determinarán la calidad final de nuestras imágenes.
- El tamaño del sensor. Es decir, las dimensiones físicas reales del sensor.
- La resolución del sensor. Esto es, el tamaño de la imagen final que produce el sensor de nuestra cámara.
- La resolución de la óptica de nuestra cámara.
- El ruido del sensor.
- El procesado que realiza el dispositivo para producir la imagen final.
- Si vamos a imprimir la foto, la resolución de impresión.
El tamaño del sensor es uno de los mayores determinantes de la calidad de las imágenes que produce. Cuanto mayor es el el sensor, mayor la calidad que puede producir. Por este motivo (juntándose una óptica que mucho dista de ser buena), las fotos que hacemos con un móvil son peores que las que hacemos con una compacta y éstas a su vez peores que las de una reflex digital.
La resolución del sensor viene determinada por las dimensiones en píxeles de alto y ancho y suele medirse en megapíxeles. Esta es una de las prestaciones que más publicidad obtiene, sin embargo, se puede decir que es la menos importante, ya que existe un límite al número de megapíxeles que caben en un determinado tamaño de sensor antes que empiecen a aparecer efectos secundarios que disminuyen la calidad de la imagen, como el ruido.
Si bien es cierto que en igualdad de condiciones más megapíxeles es mejor, para una compacta normal los 10 – 12 megapíxeles es un tope más que aceptable. Por encima de esta cantidad, la calidad empieza a resentirse a causa del ruido que produce apiñar tantos píxeles en el sensor. Para los teléfonos móviles, los cuales tienen un sensor aún menor que las compactas, la calidad baja aún más.
A la par con la resolución del sensor, debe estar la resolución de las lentes del objetivo, ya que de lo contrario, podremos tener el mejor sensor del mundo pero nunca conseguiremos imágenes nítidas y libres de aberraciones cromáticas. En este punto, hay que volver a hacer hincapié en la calidad de las ópticas de los teléfonos móviles, habitualmente de plástico, por lo general bastante lejos de unos resultados aceptables para la mayoría de usos que no sean compartir las fotos en Internet.
El ruido del sensor es de vital importancia para la calidad final de la imagen. Se podría decir que el ruido es la “contra-resolución” ya que cuanto mayor es el nivel de ruido en la imagen, más detalle perderemos. Esto hay que tenerlo en cuenta no solo por la relación entre el tamaño del sensor y la cantidad de megapixels, sino también al usar velocidades ISO altas.
Algo que no se suele tener en cuenta a la hora de adquirir una cámara es el procesado que realiza sobre los datos capturados antes de producir la imagen final. Los distintos algoritmos aplicados a dichos datos pueden ser completamente determinantes para obtener una imagen de buena calidad o no. Hace algunos años (cuando 3-4 megapixels era la norma), Kodak ofrecía una serie de compactas que pese a ser técnicamente buenas, el resultado de las imágenes finales era bastante decepcionante.
Una vez más, los móviles se llevan la peor parte en este apartado: debido a una serie de limitaciones, aplican una compresión excesiva a las imágenes por lo que la calidad se resiente sensiblemente. También suele pasar que, como ya hemos mencionado antes, sufren de bastante ruido y aplican una serie de filtros para corregirlo bastante agresivos, que también hacen mella en la calidad de las imágenes.
Por último, la resolución de impresión no es algo que afecte en sí a la imagen o a su calidad, pero si al resultado que obtendremos al imprimir una imagen. De hecho, es un error bastante extendido hablar de la resolución de una imagen en términos de puntos por pulgada o ppp, cuando por sí solos los ppp no son en absoluto un factor determinante para una imagen.
El decir que una imagen en concreto tiene una resolución de, por ejemplo, 300 ppp no dice nada sobre la imagen. Esos 300 ppp deben ir acompañados de alguna otra unidad de medida, bien sean físicos como los centímetros o pulgadas, o bien virtuales como los pixels. Es decir, necesitamos saber los ppp a los que vamos a imprimir y las dimensiones de la imagen para determinar si la impresión a un tamaño dado sera buena o no.
Pero incluso en el caso de una impresión en condiciones de ppp / tamaño de la imagen óptimas, si los factores antes mencionados no se cumplen, la impresión nos mostrará esos defectos en la calidad de imagen.
Originalmente escrito para compartetusrecuerdos.com
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