
Con las recientes nevadas podemos aprovechar para hacer fotos de nuestro entorno, ya sea urbano o rural, vestido de blanco, cosa que por lo general, no suele ser habitual para la mayoría de nosotros. También con la entrada del invierno hay otro acontecimiento a destacar (aunque éste es anual, no como la nieve que nunca se sabe seguro), la Navidad con sus luces y decoraciones. Pero de todo esto, lo que más tenemos que tener en mente a la hora de hacer fotografías en otoño o invierno es el frío.
El frío no solo nos afecta a las personas, si no que tiene también diversos aspectos negativos sobre los aparatos mecánicos y electrónicos como nuestras cámaras de fotos.

Baterías extra
Este seguramente es uno de los consejos más importantes: cuando la temperatura baja, la carga de las baterías disminuye. No es un fenómeno aislado de las pequeñas baterías de los aparatos electrónicos, las de los coches, por ejemplo también se resienten. Por esto es conveniente llevar con nosotros una batería extra cuando haga frío. Para asegurarnos que no se enfría y pierde capacidad, es conveniente llevarla dentro del abrigo lo más cerca posible de nuestro cuerpo. También es recomendable llevarla en una bolsita de plástico estanca para evitar que se humedezca por condensación.
En el caso de que sólo dispongamos de una batería es recomendable sacarla de la cámara cuando no la usemos y de igual forma guardarla dentro del abrigo. Si se “gastase” por el frío, es probable que podamos recuperar, al menos en parte, la capacidad perdida si calentamos la batería durante un tiempo (con las manos o, una vez más, dentro del abrigo).
Abrígate tu también
Por supuesto, toda protección contra el frío para la cámara no tiene sentido si nosotros no hacemos lo propio.
Contra el frío la mejor manera de vestirse es por capas, como las cebollas. Esto nos permite combatir el frío de dos formas muy importantes. Primero las capas ayudan a mantener y evitar la disipación de calor, y por otro lado, nos permiten controlar perfectamente el exceso de calor corporal, si lo hubiera (puede subir la temperatura, o que hagamos esfuerzos).
Uno de las partes que más debemos proteger son las manos, puesto que por su fisionomía facilitan la perdida de calor si las tenemos descubiertas. También es importante recordar que es con las manos con lo que manejamos la cámara, y si no tenemos buen agarre o nos tiemblan, repercutirá negativamente sobre las fotografías.
Proteger la cámara de los elementos
Aunque la nieve es menos perjudicial para una cámara que la lluvia y unos copos de nieve o unas gotas de lluvia no van a suponer mayor inconveniente, a pesar que cada vez éstas vienen mejor selladas, tampoco conviene exponer la cámara por periodos prolongados de tiempo o con ventisca. En estos casos, la mejor opción es guardar la cámara en su bolsa y sólo sacarla cuando queramos hacer una foto. Pero también servirá un gorro, una bufanda, etc.

Protege la cámara contra la condensación
Los que tenemos gafas esto lo sabemos muy bien… si pasamos de un entorno frío a uno cálido (y por lo general, también con mayor índice de humedad), el empañamiento de las gafas es casi inmediato. Lo mismo pasa con las cámaras; pero hay que añadir un agravante, en casos “extremos” la condensación sucederá no solo externamente si no también internamente. Y “extremo” es algo relativo, ya que no es necesario un cambio de temperatura muy pronunciado, simplemente brusco.
Para evitar la condensación no podemos hacer nada que garantice al 100% un resultado fiable, pero podemos seguir una serie de pasos a fin de minimizar hasta casi cero las posibilidades de que se empañe nuestra cámara.
Guardar la cámara en su funda con antelación a entrar en interiores. Si no podemos evitarlo, lo haremos justo antes de entrar, pero cuanto más tiempo esté la cámara en la bolsa, menor serán las probabilidades de sufrir condensación, ya que la bolsa siempre aislará tanto del frío como del brusco cambio de temperatura al pasar de exteriores a interiores. Una vez dentro, no conviene sacar la cámara hasta pasadas un par de horas para que pueda adaptarse a la temperatura interior de forma gradual. Si somos impacientes (que lo somos) y queremos ver las fotos, lo mejor es sacar la tarjeta de la cámara antes de meterla en la bolsa.
Un nivel extra de protección pasa por llevar una bolsa de congelados (de las transparentes que cierran herméticamente) en la bolsa de la cámara y meter la cámara en la bolsa antes de guardar la cámara.
Originalmente escrito para compartetusrecuerdos.com
Foto | Elite PhotoArt
Foto | Muffet
Foto | Bryce Bradford