
Comparando con los tiempos la película, la fotografía digital es “barata”, y ha supuesto una expansión de la fotografía difícilmente imaginable. Aún así, y a pesar de haberse eliminado muchos gastos asociados, no nos engañemos, el desembolso inicial es importante (sobre todo a ciertos niveles) y si luego queremos ir progresando nos supone también otros desembolsos igual de grandes o incluso mayores.
Por esto (y porque el dinero no suele ser algo que sobre), es importante el pensar como invertirlo para obtener el mejor resultado a largo plazo, es decir, el retorno de inversión.
A grandes rasgos, hay dos posibilidades a la hora de gastarnos el dinero en fotografía (de óptica intercambiable): los cuerpos y los objetivos.
Una de de las dudas más frecuentes en cualquier conversación (dentro y fuera de internet) relacionada con la fotografía es acerca de que cuerpo comprar para sustituir a uno que ya se tiene. Esto es, habitualmente, un error de planteamiento de cierto calibre y a continuación explicaremos porqué esta pregunta debería plantearse de una manera bastante distinta.
- Al contrario que con los cuerpos de película, los cuerpos digitales son como los coches: se devalúan según se adquieren. Y “envejecen” incluso peor que los coches ya que su devaluación con el tiempo es constante al salir al mercado modelos nuevos cada pocos meses.
- El precio de un cuerpo de gama media viene a ser similar al de un buen objetivo, pero la vida media de un cuerpo suele ser mucho más corta que la de un objetivo al quedarse “anticuados” casi al mismo ritmo que lo hace un ordenador (y eso es mucho).
- Teniendo en cuenta que incluso los cuerpos de las gamas bajas ofrecen unas prestaciones francamente impresionantes, la “necesidad” de cambiar de cuerpo a uno más nuevo y mejor es casi siempre una necesidad creada por un buen marketing.
Estos argumentos normalmente se intentan rebatir o justificar diciendo que cuerpo no hace falta más que uno mientras que objetivos se necesitan varios. Esto es verdad. Pero a medias. Los buenos objetivos pueden durar toda una vida si se tratan adecuadamente y básicamente sin necesidad de mantenimiento (reparaciones). Un cuerpo llegará un momento en que las reparaciones (y las va a necesitar, como por ejemplo de obturador) sean más costosas que un cuerpo nuevo (una vez más, de manera muy similar a los coches). Es más, incluso si no se tratan con demasiado cuidado, los objetivos buenos van a aguantar mucho mejor que los de gama media o baja.
Otro factor a tener en cuenta es que cambiar de un cuerpo a otro (siempre y cuando no hablemos de los extremos de las gamas altas y bajas) no va a suponer, por lo general, un cambio en la calidad de imagen comparable al que se nota cuando pasamos de un objetivo “normal” a uno “bueno” o a uno de gamas altas. De igual forma, un cuerpo de cualquier gama va a rendir mucho mejor con objetivos de calidad que con objetivos mediocres.
Pero la gran diferencia entre cuerpos y objetivos es que, mientras que al cambiar de cuerpo, el viejo suele dejarse cogiendo polvo para no volver a usarse más, los objetivos los seguiremos usando en el nuevo cuerpo (siempre y cuando no se cambie de marca o estén ligados a algún factor específico como el tamaño del sensor).
Por lo tanto, y aunque el desembolse total sea considerablemente mayor, es mucho más rentable invertir en buenos objetivos que nos van a durar muchos años antes que gastarse el dinero en cambiar cuerpos cada dos o tres años.
Foto | Cheddarcheez